martes, 15 de mayo de 2012

Audiciones con menos estrés y sin culpables ni parabólicas



Soy consciente y lo siento mucho. Sí, lo ideal sería que hubiese escrito esta entrada el viernes pasado, para daros a todos tiempo a reflexionar sobre estas ideas y a asimilarlas. Pero claro, hasta que no vivo en mi piel vuestras audiciones no os puedo alertar de las cosas que os ponen nerviosos o de lo que hacéis mientras expresáis lo que estáis cantando. Observando lo sucedido ayer en la escena y partiendo de la base de que todos vosotros cantáis mucho mejor en el escenario que en la clase (pues la adrenalina del público multiplica en vosotros el deseo de comunicar, como es lógico), me vais a permitir algunas recomendaciones para las próximas veces que tengáis un concierto o que queráis cantar para alguien. 

1. Siempre nos va a ayudar la postura correcta y la cercanía correcta al piano. Si os sentís muy valientes o tenéis miedo de que el pianista (sea yo u otro) os atruene, podéis adelantaros un poco. Si necesitáis ayuda o hay inseguridad, es mejor que os situéis cerca de la tapa y aprovechéis la resonancia. 

2. Los gestos técnicos que utilizamos en clase no suelen servir igual cuando estamos ante el público. Primero porque nos sentimos más ridículos al utilizarlos y segundo, porque no tenemos el espejo para vernos. Los gestos que yo llamo "la parabólica" son los que sirven para estabilizar la altura en la posición facial correcta; suelen hacerse con el dedo levantado o la mano arqueada. Pueden servir en un momento de crisis o para comenzar, pero lo ideal es que tratéis de evitarlos luego. Una mano en el piano puede bastar para ello. Otros gestos (el "toreo", que es llevar la mano de un lado a otro) sí pueden servirnos en un momento en el que el apoyo se resienta: ¿Cómo podéis controlar que el gesto os está sirviendo para apoyar? Si es lo bastante lento como para que un movimiento de apenas un par de palmos sirva para asentar una frase completa. Si las manos corren de lado a lado una y otra vez, el "toreo" es inútil y sería mejor desactivarlo por completo. 

3. ¿Miro al pianista o no miro? Siempre podéis mirar, especialmente en los cambios de frase o si necesitáis perder de vista a una persona del público que, por la razón que sea, os está estresando ver allí. Lo más importante es que la mirada al pianista sirva para afianzar la confianza; para haceros sentir cómodos. Es preferible que la mirada no pida permiso ni perdón y que no haga reproches, pues todo esto será captado por el público de forma inmediata. Si el contenido de la mirada es "socorro, he olvidado la letra" no hace falta ningún gesto especial: normalmente el susto que tenéis encima transmite ese mensaje perfectamente al pianista. 

4. Al terminar una interpretación tras la cual empezará un aplauso, la indicación al pianista de que la pieza ha terminado y debemos saludar debe ser sencilla. No hace falta señalar al pianista como si fuese el culpable de algo o como si éste no se fuese a dar por aludido de que la obra termina. ¿Qué es lo más bonito a ojos del público? Una mirada, y, si la obra era lo bastante risueña y festiva, una mirada con sonrisa, que es lo que de forma más natural hará despegar al pianista de su taburete y unirse al saludo. 

5. Caminar por el escenario y sentir el espacio como algo propio es algo que depende de la naturalidad de cada uno. En todo caso, transmitir seguridad es útil para el público y para la propia persona que sale a cantar. Moraleja: ni zapatos incómodos ni resbaladizos ni vestidos o trajes con los que uno se sienta a disgusto o excesivamente disfrazado. 

Seguro que a vosotros mismos se os ocurren muchas recomendaciones. ¿Las comentaremos en los próximos días?