20 ideas para convivir mejor

María Jesús Gerpe, mezzo, en un Música-Musika conmigo de sus tiempos en la 300. 


Queridos alumnos de repertorio de canto del aula 300: 

Durante algún tiempo, hemos pensado Marta y yo cómo definir una serie de ideas para un mejor trabajo en la clase de repertorio con piano. Ya había apuntado en la entrada "ponte cómodo" algunas cuestiones que creo que debéis saber. Algunas son muy lógicas y sencillas; tienen que ver con la convivencia normal entre las personas. Pero otras son tan específicas que entiendo que no las conozcáis. No me importa explicároslas para que tengáis una idea clara. Vamos allá. 


Qué es esto de "cantar con piano": 

En nuestra aula 300 el concepto del canto con piano tiene siempre que ver con la esencia de la música de cámara. Es decir, por respeto a la maravillosa música que compartimos, por respeto al poeta, al compositor, a vosotros mismos y a mí, yo nunca me limitaré a dar unas cuantas notas debajo de vuestra línea vocal para asegurarnos de que no se os cae la afinación. Es algo mucho más profundo, que tiene que ver con la esencia misma del canto. Un violín puede hacer música por sí solo, existen solos para flauta, violonchelo y otros instrumentos. El canto es un tanto distinto, nace de la unión de la voz con otras voces o con otros instrumentos y apenas tiene páginas exclusivas únicamente para sí mismo. Al pensar, estudiar y planificar la música que hacéis vosotros, descubriréis que, para que sea más perfecta, es necesario que tengáis en cuenta cómo se relaciona con la parte pianística. Y por eso, porque compartimos la intimidad de hacer música juntos, es necesario que vosotros podáis llegar a estar muy cómodos y relajados en la clase, prestando atención a las cuestiones que os pueden molestar o  que os pueden hacer la vida más agradable. 


1- Os aconsejo llegar un poco más pronto que con la hora justa. No tenemos suerte: la 300 está en un tercero sin ascensor. Llegaréis resoplando y cansados... es preferible planear que vuestro tiempo de recuperación sea antes de que os comience la clase. Si llegáis corriendo, os pasaréis la clase (que, como sabéis, es ya demasiado breve) intentando reducir el nivel de estrés. El tercer piso tiene otro problema: la vida social. Recorrer tres plantas llenas de compañeros de clase también lleva su tiempo. Contad con ello y tratad de venir prontito.  

2- Lo ideal es que dediquéis unos minutos a vocalizar antes de entrar en clase. No se trata de comprobar la voz en toda su extensión ni toda la potencia. Se trata únicamente de ir resonando, de activar el pensamiento, el aire, la imaginación. Sé que no siempre es posible, porque a determinadas horas las cabinas pueden estar ocupadas. Pero también podéis probar un ratito antes de salir de casa. 

3- Para estar realmente cómodos, lo ideal es que me llevéis la partitura a clase de memoria. Si se trata de una primera aproximación a un texto en lengua extranjera para el que necesitáis mi ayuda, no traigáis una única copia. Si empezáis a hacer anotaciones en la única copia, los ejemplares posteriores fotocopiados sobre ella -y que en un futuro queráis pasar a otros pianistas o profesores- estarán llenas de una información que no es relevante para ellos y que les hablará de flaquezas o problemas que en ese momento ya tendréis superados. Para encontrar fuentes musicales en internet podéis mirar la entrada "recursos musicales en la red". Y, por cierto, comprar partituras buenas, de excelentes ediciones (Trito, Henle, Bärenreiter) es invertir en trabajos bien hechos realizados por personas preparadas, es invertir en cultura y transmitirse a uno mismo el mensaje "si me tomo mi formación musical en serio, me merezco esta inversión". También el tener una buena grabadora con la que registrar las clases. 

4- No se trata solamente de que perderemos menos tiempo buscando la partitura si yo estoy al corriente de la obra que vais a interpretar en la clase (mensaje, llamada, mail, Whatsupp, Facebook, nota en el casillero o cualquier otro medio sirven de aviso). Se trata también de que me habré mentalizado correctamente y no me pillará de sorpresa. Además, si no tengo fresca la partitura y es difícil, habré aprovechado algún rato libre que pueda haber tenido antes para recordarla. Algunos de vosotros idealizáis mi forma de tocar y pensáis que puedo extraer lo mejor del texto musical en cualquier circunstancia: pues bien, esto no es cierto. No lo es, en absoluto. En realidad, yo tengo que estudiar prácticamente tanto como vosotros para tener una partitura a mi gusto. Así que, si me hacéis la vida más cómoda, yo tocaré mejor y me será más sencillo no estar pendiente de mi propio texto musical y estar íntegramente concentrada en escuchar lo que estáis haciendo y ayudaros desde el teclado. 

Dentro de este apartado de "vida más cómoda respecto a la obra a interpretar" se incluye también el avisar con la suficiente antelación: en partituras que conozco y he tocado, me bastará con uno o dos días antes de que vengáis. Os diré "no me traigáis partitura, la tengo". Si tenéis que traerme la partitura, os ruego algunas pequeñas cosas: aseguraos de que la copia es legible en toda su extensión, sin notas cortadas, sin una intensidad de fotocopia tan gris que sean ilegibles las notas o las líneas del pentagrama. 

Si la obra tiene entre dos y catorce páginas (si tiene más de 15, posiblemente pediré que me la encuadernen), por favor, no me las traigáis con clips ni grapas. Por favor, pegadme las hojas una a otra. A cada uno de vosotros individualmente no os cuesta tantísimo trabajo pegar las copias que me traéis, pero para mí sí es un problema estar pendiente de pegar las hojas del repertorio de 18 alumnos. ¿Por qué insisto tanto? Porque las hojas que no se pegan, se pueden volar o caer. Y, como dignos hijos de la ley de Murphy que somos, se caerán el momento más inoportuno: en el examen, en la audición...  

Si la obra necesita que transporte, en ese caso sí que necesito prácticamente una semana completa de aviso. Y sí, también es posible que no pueda estar tan cómoda y tan relajada tocando esa pieza como cualquier otra. Son gajes del oficio y lo siento.. De todas formas, imslp y schubertline pueden ayudarnos a encontrar partituras en otros tonos. Barítonos y mezzos, os aconsejo que os hagáis amigos de los alumnos de Fundamentos de Composición: saben manejar editores de partituras muy bien y pueden enseñaros, cosa que os puede resultar útil si en un futuro trabajáis con pianistas que os planteen que no quieren asumir el reto de la transposición. 

5- Sed claros con el tiempo y el carácter que queréis transmitir a la partitura. No merece la pena que seamos tan educados que nos pasemos toda la primera interpretación de una pieza esperando el uno por el otro o empujándonos. Si tenéis la idea muy clara, lideradla, defendedla. Yo os escucharé, entenderé y apoyaré mientras me presentáis esta idea con vuestra interpretación. Acto seguido, si es necesario, os discutiré apasionadamente por qué opino que la idea no es correcta en función del texto, la música, el estilo o vuestras circunstancias técnico-musicales.  

6- Sed claros también con las respiraciones. Ya sabéis que yo no considero necesario, sino de hecho contraproducente, la costumbre de fijar solemnemente y de antemano los lugares en los que vais a respirar. La respiración depende del estado anímico además de las cuestiones técnicas y, en principio, lo tendré en cuenta. Es importante que respiréis bien, aunque eso suponga robar más tiempo del que está escrito. Al menos en las primeras veces, no arriesguéis: daos el tiempo necesario para respirar, incluso si ello implica añadir una quinta parte a un compás de cuatro o deformar la coloratura. Si yo no he estado suficientemente alerta y os he atropellado, rectificaré. Pero no olvidéis que gran parte de los problemas que se plantean al cantar tienen que ver con una planificación incorrecta del aire. Y ese es un trabajo que podemos hacer juntos, pero que debéis pensar cada uno de vosotros. 

7- Apartad el reloj y no os preocupéis del tiempo que nos lleva resolver los problemas. La impaciencia trae menos problemas que la falta de espíritu de perseverancia.. pero también los trae. 

En las temporadas previas a los exámenes y audiciones, todos os ponéis un poquito nerviosos y, como sabéis, no suelo tener problema en dedicaros un tiempo extra a los que habéis estado enfermos, lleváis más programa, os ha caído alguna clase en fiesta o quizá os habéis envalentonado a incorporar una obra difícil para la que nos queda poco tiempo. Si no sale de mí el sugeriros que vengáis a otro ensayo más en esa semana es muy posible que yo considere que las cosas están más seguras de lo que vosotros percibís. Pero también podría suceder otra cosa: reflexionad sobre los ensayos previos que habéis hecho. No puedo ni debo premiar con un ensayo extra a una persona que ha faltado insensatamente a clase dos o tres veces en los meses previos o que ha desaprovechado el tiempo de las clases charlando. Eso sería allanar el terreno a una conducta incorrecta: el dejar las cosas para el último momento. Vosotros podéis elegir hacerlo así, pero yo no debo favorecéroslo. Sed sinceros y autocríticos al analizar esta cuestión y, si es necesario, cambiad vuestra organización del tiempo para los siguientes proyectos. 

8- Plantead todas las dudas que tengáis sobre vuestro empleo de la técnica, pero también sobre la música, el autor, los personajes, la lengua, las traducciones.. Ya sabéis que si no tengo las respuestas, siempre hay entes superiores a los que tanto vosotros como yo podemos preguntar: diccionarios, libros, expertos... No os limitéis a escuchar una "versión de referencia" y mucho menos a copiarla. No hay voces iguales como no hay personas iguales. ¿De qué os serviría estudiar una pieza si no os ayuda a conoceros a vosotros mismos y a analizar qué supone para vosotros el interpretarla? Esto no lo digo para favorecer vuestro ego como cantantes: lo que sucede es que la pieza va a tomar forma en vosotros mismos. Por eso, cuanto más podáis saber sobre ella y sus autores, más justicia le haréis. Saber más nunca es un inconveniente para interpretar mejor, ni para ser uno mismo.

9- Lo ideal tanto en el caso de arias cantadas por personajes como en la interpretación de canciones es haber dedicado un cierto tiempo a formaros una idea del carácter del personaje y la interpretación simbólica del texto (podéis leer más sobre esto en el capítulo "la literalidad" de este mismo blog y en "cómo trabajar inteligentemente un texto cantado"). Si no lo habéis hecho, yo os despertaré la curiosidad en la clase. Pero recordad que todo lo que proceda de vuestra iniciativa individual construye la base de vuestro andar futuro.. el objetivo es que algún día seáis enteramente capaces de tomar decisiones propias, acertadas y libres, sin necesitar profesores para eso. 

10- Un punto fundamental de la comodidad tiene que ver con un equilibro saludable entre la autocrítica y la satisfacción por lo aprendido, que os permita salir de la 300 con ganas de seguir trabajando sobre la música a la que tanto queremos. Si creéis que os he puesto el listón demasiado alto o demasiado bajo, no olvidéis avisarme antes de que transcurra demasiado tiempo, preferiblemente antes de la siguiente clase, para equilibrar el balance. 

11- Escucharos entre vosotros, observar los problemas de vuestros compañeros, analizar lo que les pasa, debatir y comentar vuestras dudas y dificultades sirve para que avancéis más y mejor. Si ellos y ellas quieren y vosotros queréis, venid a escuchar a vuestros compañeros en el aula, aprended de sus logros y de sus errores. Todo lo que aprendemos, lo construimos juntos. Todo el material que os preparo -textos leídos, grabaciones de la parte de piano solo para las aulas de idiomas, comparativas de versiones y textos escritos de estudio en los que os explico cómo diferenciar los criterios con los que se hacen esas versiones- es para el disfrute del grupo completo. Aunque se lo dé a la persona que trabaja esa pieza, lo ideal es que circule y lo tengáis todos los que podáis necesitarlo. Ojalá supiese compartirlo bien.. ¿tenéis idea de cómo se cuelgan audios en los blogs? ¡Acepto ideas sobre plataformas de intercambio digital!

12- Confiaos a mí, pero también desconfiad. Sabéis que me encanta sentir que estáis cómodos en mis manos, disfrutar de vuestra escucha, de cómo nuestros sonidos se relacionan en la hermosa música de cámara, las arias, el recitativo o el oratorio, de que probéis las ideas que se me ocurren para que mejoréis vuestra dicción en una lengua, para profundizar en la corporeización de un sentimiento o personaje, para vencer vuestros miedos. Pero no dudéis en buscar vuestro camino: ¡¡¡dudad, argumentad, rebatidme!!! Ese es el camino de la ciencia y el conocimiento verdadero. Nada me hace aprender más a mí también que el hecho de que vosotros compartáis conmigo vuestras dudas sobre los procedimientos, sobre cómo aprendemos en clase, sobre todo lo que hacemos. 

13- Tened vergüenza. No demasiada, no tanta que os impida salir a disfrutar de la comunicación con los compañeros o con el público. Pero tened la suficiente como para no atreveros a subir al escenario sin haber hecho un trabajo honrado y digno de vosotros mismos en vuestro nivel, a la altura de lo que realmente podéis hacer. Sin excusas. No me pidáis que os arrope un producto musical que vosotros sabéis que no habéis llevado hasta sus últimas consecuencias, que no habéis trabajado a conciencia, en el que no tenéis seguridad, que es apenas un 10% de lo que vosotros podéis lograr con ese poema o personaje o con esa música. No me obliguéis a intentar defender lo indefendible, especialmente en un examen, muy especialmente ante el público. Vuestra profesora de canto, vuestros compañeros y el público os deben merecer un respeto. Pero os ruego que no lo hagáis no solamente por eso, sino, sobre todo, porque no queréis perderos el respeto a vosotros mismos. Salir al escenario sin un mínimo de dos ensayos completos de TODO lo que vais a interpretar y en el orden correcto es una absoluta temeridad. Vosotros estaréis incómodos y yo, posiblemente, mucho más. 

Yo os aconsejo que vengáis a clase siempre, todas las semanas, tanto si estáis en plena forma con una pieza muy trabajada, como si estáis algo enfermos aún, como si tenéis una obra nueva y sin mirar. Siempre hay algo que podremos hacer.. ¡incluso si estáis mudos! Naturalmente, venid a trabajar, no a entretenerme con una tertulia para camuflar que no habéis estudiado. Sed directos con lo que necesitáis: "esto no lo tengo montado, pero quisiera saber cómo suena y probar dos frases" o "ayúdame a leer este pasaje, que me fallan las notas/el texto/la relación música-texto"... . Según vais subiendo de curso, la clase la organizáis vosotros, no yo, en función de lo que necesitáis para vuestros proyectos de curso. Y no os engañéis: si veis de pronto que, mientras canta vuestro compañero Fulanito o a vuestra colega Zutanita notáis entre ellos y yo un buen compañerismo, que los dos estamos relajados y contentos en el escenario, que terminamos sonrientes y cordiales... ¡¡¡¡no, no será porque tengo enchufe a Fulanito o Zutanita!!!! Ya estamos mayores todos como para pensar o actuar así. Lo más probable es que ellos hayan hecho los ensayos suficientes como para que el trabajo musical nos haga sentirnos a los dos muy felices y orgullosos de los progresos. 

Ya sabéis que, si sois sinceros y vais a trabajar en serio, yo os voy a ayudar incluso con las "ilegalidades": "sí, ya sé que esto es para música de cámara, pero.. ¿me lo preparas?" O "quiero darle una sorpresa a mi profe de canto/ mi novia/ mi padre/ montando esta pieza, que me encanta". El único límite ya lo conocéis: que vuestra profe de canto o yo creamos que esa pieza, por mucho que os encante, no es de vuestra tesitura o es un obstáculo para vuestro trabajo vocal exactamente en este momento de vuestra evolución. 


14- Sabéis que siempre os digo que cantando tenéis siempre toda la razón. El cantante es el conductor de la obra, a la vista del público y sin mapa de carreteras. Yo, como pianista, estoy a vuestro lado y soy el GPS que os ayuda inconscientemente. Así que, si hacéis una entrada falsa en la audición o en el examen, siempre os la voy a disimular modificando la parte de piano e intentando que nadie se dé cuenta. Si estamos en clase, es posible que también os la disimule -para que sigáis cantando concentrados- y luego os lo haga notar. Por favor, ahí si que os pido que seáis autocríticos y no desconfiéis si os digo que he tenido que ayudaros en algo y que debéis estudiar y reforzar mejor esa zona de la partitura. ¿Qué ganaría yo diciéndoos lo que no es cierto? 

Por otra parte, cuanto menos dependáis de trampas y apaños en exámenes y conciertos, mejor. Ya sabéis que al tocar -especialmente en piano de cola, pues en clase es más difícil de lograr- yo pretendo estar pendiente de todo, no sólo de encontrar el toque apropiado al tipo de voz de cada uno -voces más grandes, más brillantes, más pequeñas, más ligeras, personalidades más tímidas o más extrovertidas- sino que intento comprobar si necesitáis que os favorezca el apoyo, la altura, el brillo, la toma de aire o la distribución con la que lo gastáis. Eso cambia cada día, como la propia persona y eso me hará tocar de una forma también diferente. Considero que es lo normal y también lo es que si me miráis con cara de susto, intente deciros la letra que se avecina. 

Pero lo ideal es que vuestra parte esté lo más interiorizada posible, porque yo no soy eficaz al 100% y, aunque hayamos quedado en que yo voy a torcer "casualmente" la cabeza en un determinado punto -para daros una entrada- o voy a respirar o a hacer un ritardando larguísimo, podría suceder que se me olvidara. Pensad que cuanto más ayudéis a la partitura a ser como ella quiere ser, cuanto menos alteréis lo que pone el compositor, más os ayudará la partitura a vosotros y seréis menos dependientes de todo lo exterior. 

15. Necesitamos los sentimientos: el canto no existe sin la propia persona que canta. No tengáis miedo de que una pieza os revuelva hasta el punto de que necesitéis llorar, no tengáis miedo de que las obras os cambien, de sentir emociones con las que antes os resultaba difícil empatizar, dejad que la pieza os haga reír, saltar o que os incomode el alma. Para hacer justicia a lo que un texto transmite es necesario adentrarse en él, comprender y sentir su universalidad, experimentar en vuestra propia piel por qué es actual a pesar de haber sido escrito en el siglo XVI o en el XIX. Si realmente profundizamos en estas emociones, es posible que el canto no solamente sea un adorno en vuestras vidas. Podría llegar cambiar vuestra visión existencial y llevaros realmente a un mundo mejor y más feliz, tal y como dice el texto del hermoso lied An die Musik de Schober, con música de Franz Schubert, o tal y como dice el texto de Rückert con música de Mahler: "Tras apartarme del mundanal ruido vivo solo, en mi vida, en mi amor, en mi canción".  Pienso sinceramente que la cultura no es un adorno, sino que puede cambiar nuestra vida y nuestra esencia. ¿Para qué resistirse a algo tan hermoso? 

Claro que no puedo resistirme a compartirlos... Aquí están esos dos Lieder... 

An die Musik (Schubert, texto de Schober): 

Ich bin der Welt abhanden gekommen (Mahler, texto de Rückert): 



16- La diferenciación estilística es fundamental para el canto. No todo se canta como Bellini y Bellini no suena como Puccini. Uno de los problemas a los que nos enfrentamos en la clase es que todos tendéis a cantar todo de la forma que os resulta más fácil y natural: las lírico-ligeras tendéis a abarrocar cualquier estilo, mis queridos tenores líricos transformáis en Tosti incluso a Cavalli, mientras que mis tenores intelectuales hacéis exactamente lo contrario, las voces poderosas y grandes convertís en melodramas hasta la canción más sencilla, mis carismáticos zarzueleros golpeáis los Lieder en todas las partes fuertes del compás.. Observaos entre vosotros, comparad qué se os da mejor, aprended de los demás, observad vuestros puntos fuertes para poder mejorar vuestros puntos débiles. No escuchéis solamente canto ni solamente a los cantantes que tienen voces o cualidades técnicas semejantes a las vuestras porque, entre otras razones, podrían enfrentarse a dificultades que no son las mismas que las vuestras: nuestra personalidad condiciona por entero a qué nos enfrentamos. Sed curiosos, escuchad música instrumental, cantantes de todas las cuerdas, no tengáis miedo a ensanchar vuestros gustos musicales. Cuanta más versatilidad tengáis, mayor será el nivel que podáis adquirir. No se trata de llegar a hacer una carrera como cantante: se trata de que, si estáis aquí, aprendiendo, realmente saquéis el máximo posible a vuestras posibilidades. Tanto en lo musical como en lo personal. Para mí es una alegría y un privilegio que hayáis confiado en vuestra profe de canto y en mí para compartir esa búsqueda incesante que es el perfeccionamiento en el arte. 

17- El respeto a las personas, a los compañeros, a los músicos y poetas que han creado nuestra música se extiende también a los espacios y los pianos que nos acompañan. Ya quisiéramos todos tener un estupendo piano de cola y un aula hermosa con una buena resonancia. No es así. Pero, en todo caso, la botella de agua (aunque esté cerrada), NO SE PUEDE APOYAR ENCIMA DEL PIANO. 

18- Si vuestra tesitura no quiere definirse, no os estreséis: lo importante es aprender a cantar bonito y no el poner nombre a vuestra cuerda. Eso no urge; numerosos magníficos cantantes han comenzado su carrera profesional en una tesitura diferente y luego la han cambiado. 

Me oís decir con frecuencia, medio en serio y medio en broma, que la tesitura vocal es como la tendencia sexual: Tenéis la que tenéis, no la podéis modificar a vuestro antojo. La tesitura hay que descubrirla primero y, después, asumirla, para poder sacar el mejor partido a nuestras circunstancias. Por supuesto, sucede que hay personas cuyas tesituras se definen enseguida, pero si no lo tenemos tan claro, no hay que apresurar las conclusiones: hay que dejarse tiempo, observarse uno mismo en todas las situaciones y circunstancias y no apremiarse ni forzarse, porque a la larga, las consecuencias de una decisión apresurada pueden pasar factura. 

Más allá de la tontería del símil, os ruego paciencia. Y autoconocimiento. Y que sigáis cantando, sin desanimaros, sin apretar, gritar ni tragaros el sonido, sin estrés, con toda la belleza de vuestra voz, se llame como se llame. 

19- Asumid el error y perdonáoslo: no os paséis una pieza entera con el resquemor de cualquier imperfección que haya sucedido, ni tampoco obsesionados con "lo horrible que va a quedar el agudo ese": Sin el "agudo ese", la partitura quizá no os aportaría nada nuevo respecto a lo que ya sabéis hacer, y el procedimiento ensayo-error puede ser una forma de ir encontrando nuevos caminos. 

Como ya habéis observado, hay semanas en las que os pido hacer todo lo contrario de lo que probamos la semana anterior. ¿Por qué? Porque yo también me equivoco, claro está. Y creo que la mejor forma de asumir los errores es reconocerlos rápidamente y mejorarlos. Cada uno tenemos los nuestros y nadie se conoce mejor que uno mismo. El entusiasmo por mejorar desde los errores es la madre de toda ciencia, pero no os torturéis más de la cuenta con las imperfecciones ni dejéis que os nublen la decisión de seguir adelante. 

20- No pretendáis en ningún caso seguir esto como un "catálogo de normas". Leedlo. Dejad que os anime y os inspire, pero no que os deprima. No os lo impongáis como norma, como condición ni esclavitud. Pensad que, para poder cantar, también tenéis que ser vosotros mismos y eso incluye vuestras dificultades o defectos, de la misma forma que incluye los míos, que todos vosotros resisitís, muchas veces sin quejaros: cuántas veces me habréis avisado del repertorio que vais a traer y yo no lo he buscado o no he conseguido sacar tiempo para repasarlo, cuántas veces no habré acertado con el tono correcto en el que os conviene cantar o con la forma de trabajar algo. ¿Sabéis una cosa? Creo que el error, aprender a convivir con los defectos de nuestra propia forma de trabajar y la de los demás, intentando sacar el mejor partido que podamos, también nos enseña a ser mejores músicos. 

Pensad, además, que algunos alumnos especialmente desastres a la hora de avisarme con las partituras, de pegar las hojas o de avisar cuándo faltan a un ensayo siempre me han compensado con lo que tenían a mano: un gran esfuerzo por una interpretación fiel, o una autenticidad que ha hecho de ellos alumnos muy queridos. Nadie somos "la persona modélica". Pero seguro que, con cariño y respeto mutuo (entre nosotros, hacia los poetas y músicos que nos han hecho tan valiosos regalos en forma de obras que podemos cantar) podemos hacer por convivir de una forma más agradable y especial; haciendo justicia y dando un sentido profundo en nuestras vidas a lo que es la música. Y especialmente la que le da sentido a toda esta historia, que es la música de cámara. 

Ánimo a todos, un abrazo y una sonrisa. 



















No hay comentarios:

Publicar un comentario