viernes, 17 de octubre de 2014

El difícil equilibrio canto-persona-compositor

Este bonito cuadro representa una serenata popular 

Hace ya unas semanas que los alumnos de repertorio de canto del aula 300 se incorporaron a la clase. Como cada inicio de curso, las voces llegan frescas y descansadas del verano, lo que implica también que algunos de los conceptos trabajados o bien se han asentado en la memoria física de los alumnos.. o bien se olvidaron y hay que retomarlos de nuevo. Escuchando las distintas voces, su naturaleza y meditando sobre la persona en la cual se encuentran, siempre intento mediar entre la persona, su propia voz y la partitura. Porque, inevitablemente, en estas clases que son pequeños mundos, hay todo tipo de personas: alumnos que se pelean con su voz y tratan de que haga lo que ellos quieren sin tener en cuenta lo que a la propia voz le resulta más natural. También los tengo que se fían demasiado de la supuesta inteligencia de su propia voz; que valoran más que a la suya propia. Tanto un error como el otro suelen traducirse en lo mismo: querer elegir piezas incorrectas para ellos o interpretarlas de una forma que no les favorece, o bien a ellos mismos o bien a la música. Ambos problemas (por suerte) suelen coincidir y se resuelven generalmente bien, tanto para la música como para quien la interpreta, siempre que la persona sea flexible para aprender y se deje aconsejar. 

Después del espléndido verano, asistiendo durante muchos días al espectáculo diario de lo que es Brigitte Fassbaender mostrando a sus alumnos (muchos de ellos de la misma edad que los míos) los mejores métodos para conocerse a sí mismos, sus voces y sus repertorios, me he dado cuenta de que muchos problemas se repiten. No es nada difícil que coincidan ciertos estereotipos: sopranos muy responsables que necesitan analizar centímetro a centímetro todo lo que hacen, mezzos o barítonos muy extrovertidos que arrojan la voz hacia fuera en lugar de controlar cómo la emiten, tenores que temen el grito y confunden frasear delicadamente con tragarse todos los armónicos de la voz.. son problemas que, no obstante, pueden presentarse en personas y tesituras muy diferentes. Respecto a la conexión emisión-personalidad, llegué a darme cuenta de que las personas que tienden a gritar pueden ser o bien muy sociables y abiertas o bien todo lo contrario; personas inseguras. Las personas que, en cambio, reservan gran parte de la voz para su interior pueden ser tímidas, inseguras o incluso un poco arrogantes. Es decir; que es muy difícil saber a priori por qué una persona grita o se come la voz, pues convergen factores contradictorios. Además de las causas que relacionan la emisión con la personalidad, influyen mucho otros factores, entre otras cosas, la idea previa que el alumno tiene cómo "debería" sonar su voz "lírica". 

Para todos ellos, la clave suele ser conocerse bien, conocer su personalidad y elegir el repertorio en función de cómo se adecuan voz, persona y música elegida. Esta es una tarea que se lleva gran parte de la energía de mi semana: que aparezca la partitura perfecta en el momento perfecto para cada uno de los alumnos de repertorio. Y no es tarea sencilla. 

Ayer estuvo en clase un barítono con una voz tan estupenda y enorme como difícilmente controlable. Lleva poquito tiempo cantando así que, en función de su repertorio, suelo permitirle que compense cierta inseguridad técnica cantando un poco más fuerte. Pero claro, cantaba el aria más melodiosa de don Giovanni, el Deh Vieni, que precisamente se eligió a ver si le servía para refrenar parte del volumen gracias al carácter lírico de la declaración de amor. Y porque si Mozart funciona, no tendremos que recurrir al gran repertorio del siglo XIX, cosa siempre peligrosa en el caso de un alumno que no lleva formándose vocalmente tanto tiempo. 

Pero la cosa no terminaba de funcionar. El resultado era más o menos este: 

-¡¡¡¡¡¡¡¡ DEH VIEEEENI ALLA FINEEEEEEEESTRAAAAA, O MIIIIO TESOOOORO!!!!!!!!!!!!!!

- Mi querido Felipe (venga, sí, vamos a decidir que se llama Felipe), como sigas dando esas voces, la muchacha no solamente no se va a asomar a la ventana, sino que cerrará la persiana para que no se le caigan los cristales encima y acabará llamando a los antidisturbios para que te reduzcan. Tenemos que probar de otra manera. 

Cuando se fue habíamos conseguido una emisión algo más lírica, aunque no lo suficiente, pero sí lo bastante como para que me permitiera comprender (creo que a él también) que finalmente sí podrá hacerse a la pieza. Y me planteé lo diferente que habría sido todo si esa obra la hubiera intentado cantar alguno de mis otros alumnos. Me imagino mis reacciones a su primera frase. 

- ...deh vieeni alla fineestra, o mio tesooooro.. 

- Marcos, a ese volumen cantando desde la calle, la chica no te puede oír. Ni aunque tenga la ventana abierta. Va a seguir durmiendo y pasando de ti. Necesitamos los armónicos para comunicar; incluso cuando cantamos piano. No te olvides de que tienen que oírte en la fila diez y en la fila treinta del teatro. 

- deh viEEEEni allÁAAA finÉEEEEstra, oh mIIIIIIIo teSOOOOOOOro...

- Javier, me temo que solamente estás cantando las notas agudas y largas. Tu fraseo debería abarcar también las notas pequeñas y graves, porque sin ellas, la línea pierde toda la calidad. Además, al final lo que pasa es que tampoco hay legato, porque esas notas más grandes suenan acentuadas...

Me sorprende a veces que sea capaz de decir una cosa y toda la contraria según la persona que canta. Que haya alumnos a los que les tenga que decir "piensa que vas a hacer eso, pero no lo hagas o sonará exagerado" y otros a los que les sugiera "hazlo, pero hazlo de una forma tan evidente que te resulte exagerado y caricaturesco". Todo depende de la relación que tenga el alumno con lo que piensa que suena en el exterior, con lo que le gusta o valora de las grabaciones que escucha, si tiene criterios estilísticos definidos o no, si pone la interpretación musical por delante de encontrar su propia calidad vocal o si piensa por el contrario que la partitura es un pretexto para encontrar su sonido. 

Chicas, chicos, es un placer empezar el curso con vosotros. Y una motivación enorme. A ver qué tal se nos da... :) 

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