lunes, 27 de abril de 2015

La herida de Rosa



Hoy me quedo con pena del bonito concierto de jóvenes intérpretes que tenía que acompañar a nuestra Rosa en el auditorio del conservatorio; construido en torno a algunas maravillosas canciones de encantador recorrido. El concierto no tendrá lugar. 

Rosa ha sufrido recientemente la pérdida de una persona querida. Y lo que es frecuente que suceda cuando sufrimos una profunda herida emocional es que todos los textos, que antes hablaban del paisaje, el frío o el desamor comienzan, sin que sepamos por qué, a hablarnos de nuestra experiencia, de lo que sentimos y vivimos en el momento. Una muestra más de ese poder mágico e infinito que, como sabéis, es la base de lo que me gustaría que aprendierais en mis clases de repertorio con vosotros.

El hecho de que Rosa no pueda cantar sin sentir el dolor y el hueco de la ausencia es el reflejo de algo que, en realidad, es bueno en sí mismo: hay una conexión entre sus emociones y lo que canta, entre lo que quiere compartir a través del canto y lo que siente de verdad.

Fue su querida amiga Nuria quien le hizo reflexionar sobre la decisión, aún abierta: "¿Te merece la pena obligarte a cantar sin sentir nada, alejarte de lo que quieres expresar para poder resistir el concierto?"

Rosa decidió, con buena inteligencia emocional, que no le merecía la pena cantar si no era para transmitir lo que para ella significaban esas letras. Así que hoy no se celebrará su concierto, que trasladaremos a otra fecha en la que ella pueda realmente salir a disfrutar de su forma de hacer música. 


Por lo difícil que era decidir, por el esfuerzo de estudio y emocional que ha hecho, la felicito por su buen criterio tomando esta decisión, totalmente válida para mí y que me permite estar tan orgullosa de mi "alumnita" como si hubiese cantado.

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