viernes, 20 de enero de 2012

Pace non trovo...

No, no encuentran la paz y es comprensible: ¿Qué hacer cuando la vida te condena durante una serie de años a no saber exactamente cuál es tu timbre, cuál es tu tesitura real? ¿Qué hacer cuando ningún papel de ópera se termina de ajustar a tus características? La respuesta, cuando esa duda surge en mi clase, sólo puede ser tener paciencia, seguir explorando y trabajando, no forzar la voz ni empeñarse en imitar la forma de cantar de otro y dejarse fascinar por el trabajo musical: Se puede crecer y descubrir mucho sobre uno mismo trabajando la técnica en la clase del maestro de canto y aprovechando el tiempo con el repertorista para aprender canciones, lieder, song, pisnié. Son piezas maravillosas que, además, nos permiten jugar con las transposiciones. De observar en qué tonos funcionan mejor las piezas que abordamos también se extraen importantes pistas acerca de cuál es la tesitura real del cantante.

Dedico esta entrada al grupo de alumnos de canto del aula 300 a los que el Destino ha condenado a ser pacientes y a seguir aprendiendo mientras esperan a poner un nombre definitivo a su tipo de voz. Y les invito a escuchar, en dos tesituras bien distintas, los maravillosos sonetos de Petrarca de Liszt.






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